Poems
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Recuerdos de West Street y de Lepke (Life Studies, 1959)
Dando clases los martes solamente, rata de biblioteca
en pijama recien lavado, cada mañana
acaparo toda la casa en Boston,
en la 'poco apasionante calle Marlborough',
donde hasta el nombre
que recoge basuras de los cubos del callejón trasero
tiene dos hijos, un coche todo terreno, esposa,
y pertenece a las 'Juventudes Republicanas'.
Yo tengo una hija de nueve meses
que muy bien podría ser mi nieta.
Se alza como el sol con su pijama de niña color rojo encendido.
Estamos en los adormecidos años cincuenta,
y yo cumplí ya los cuarenta.¿ Y no me lamentaré cuanto sembré?
Fui acérrimo objetor de conciencia católica,
y dije lo que tenía que decir, como un maníaco,
le canté las cuarenta al Estado, al Presidente, y luego,
aguardando la sentencia, compartí el banquillo
con un muchacho negro con bucles
de marihuana en el cabello.
Condenado a un año,
paseaba en la azotea de la cárcel de West Street, un corto
espacio vallado, como el campo de fútbol de mi escuela,
y una vez al día veía el río Hudson
entre un laberinto de renegridas cuerdas de tender
y casas de vecinos de un caqui despintado.
Paseando charlaba de metafísica con Abramowitz,
Amarillo de ictericia ('es porque estoy moreno')
y pacifista del peso mosca,
tan vegetariano
que usaba calzado de esparto y prefería la fruta caída.
Trató de convertir a Bioff y a Brown,
dos macarras de Hollywood, a su régimen.
Peludos, musculosos, aburguesados,
Vestidos con chaquetas cruzadas de color chocolate,
perdieron la cabeza y le pusieron morado a golpes.
Yo era tan despistado que nunca había oído
hablar de los Testigos de Jehová.
'¿Eres objetor?', le pregunté a otro preso.
'No', me contestó, 'soy Testigo'.
Me enseña hacer la cama 'como en los hospitales',
Me se–al— la espalda en camiseta
del Zar Lepke, de Asesinos Asociados,
que colocaba toallas en una estantería,
o se iba remolque en a su celda separada y llena
de cosas prohibidas a un preso común:
una radio portátil, una cómoda, dos banderines
norteamericanos atados con una cinta de palm—n de Pascua.
Fofo, calvo, lobotomizado,
se abandonaba a una calma borreguil,
en la que ningún pensamiento angustioso
podía sacarle de su obsesión por la silla eléctrica
suspendido como un oasis en su atmósfera
de conexiones extraviadas. . .
Life Studies, 1959